Sección: Sala Izquierda

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Cuadro de Jesús con la Cruz al hombro

Autor: Atribuido a Juan Valdés Leal

Año: Ca. 1630

CUADRO DE JESÚS CON LA CRUZ AL HOMBRO

Se trata de un cuadro de indudable valor artístico dada su autoría y su fecha de ejecución. Perteneció a la Hermandad Sacramental llegando hasta nuestros días algo dañado, por lo que fue sometido a una intervención por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico en 2016. Durante esta intervención este prestigioso organismo corrobora su atribución a Juan Valdés Leal.

Es una obra pictórica en óleo sobre lienzo donde queda representada la figura de Jesús Nazareno en el momento de abrazar la Cruz. La imagen de Nuestro Señor viste túnica morada anudada a la altura de la cintura mediante soga con nudos, mostrándose un paisaje al fondo.

Su ejecución podría fecharse entre 1660 y 1680. Respecto a su autoría, se establecen ciertos paralelismos con los Nazarenos pintados por Valdés Leal (1622-1690), pero con más dulzura y delicadeza.

Donado por nuestro hermano Juan de Villegas y Caro a la Hermandad del Santísimo Sacramento y Ánimas Benditas de San Bernardo, recibió culto en la anterior Capilla Sacramental, en el ático del altar de las Santas Justa y Rufina.

En el lienzo se desarrolla una iconografía donde se representa a Cristo al iniciar el camino del Calvario cuando, según la tradición, abrazó y besó la Cruz en la torre Antonia de Jerusalén donde residía Poncio Pilato, temática ampliamente cultivada en Sevilla, desde los albores del siglo XVI hasta bien entrado el seiscientos, tanto en escultura como en pintura.

Realizando un análisis morfológico y estilístico de la obra, cabe reseñar que la composición en diagonal, clásica barroca, por la Cruz tiene como eje central la representación de Jesús Nazareno abrazado a la Cruz. Porta el madero con la cruceta hacia atrás. Por tanto, el stipes cruza en diagonal ante la efigie y el patibulum carga sobre el hombro derecho.

El Nazareno, recio y varonil, mira su rostro con expresión de dolor más moral que física. La mirada del Señor de inefable dulzura capta la atención del espectador. Sobre su cabeza, rodeada por una corona de espinas, resplandece una luz sobrenatural que significa que la humanidad deshecha de Jesús está llena de plenitud, de gracia, de ciencia y de poder.

Los rasgos morfológicos de esta obra se evidencian en el atrevido contrapposto, en el violento escorzo, en la amplitud de la zancada, etc. El acertado color subraya, al unísono, las exquisiteces del modelado y el espíritu barroquista de la misma, en cuyo fondo aparece un paisaje. En definitiva, tan prodigiosa pintura consigue, gracias a su virtuosismo formal y unción sagrada, conmover al espectador. Toda la luz de la obra se centra sobre la imagen del nazareno y el color del lienzo presenta en general un gran vigor y tenebrismo.

Fue restaurado entre los años 2015-16 por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, quienes corroboraron la teoría de Virgilio Mattoni a principios del pasado siglo de la atribución de esta pintura a Juan Valdés Leal, por su cronología y similitudes con otras obras, ya que nos recuerda, especialmente, a un dibujo que se atribuye al pintor presentando la misma composición.

Mención especial merece el marco de la obra. Se trata de un marco fechado en el siglo XVII de los llamados de juguete y de indudable calidad, realizado en madera tallada y dorada. Tan importante fue el marco que, a fin de poder aprovecharlo dada su importancia, la obra original, de menor tamaño que el marco, sufrió un añadido para completar su perímetro. Estos añadidos fueron retirados en la restauración efectuada por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, completándose la extensión del cuadro con una madera en su contorno.

Sección: Sala Izquierda

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Cuadro de Jesús con la Cruz al hombro

Autor: Atribuido a Juan Valdés Leal

Año: Ca. 1630

CUADRO DE JESÚS CON LA CRUZ AL HOMBRO

Se trata de un cuadro de indudable valor artístico dada su autoría y su fecha de ejecución. Perteneció a la Hermandad Sacramental llegando hasta nuestros días algo dañado, por lo que fue sometido a una intervención por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico en 2016. Durante esta intervención este prestigioso organismo corrobora su atribución a Juan Valdés Leal.

Es una obra pictórica en óleo sobre lienzo donde queda representada la figura de Jesús Nazareno en el momento de abrazar la Cruz. La imagen de Nuestro Señor viste túnica morada anudada a la altura de la cintura mediante soga con nudos, mostrándose un paisaje al fondo.

Su ejecución podría fecharse entre 1660 y 1680. Respecto a su autoría, se establecen ciertos paralelismos con los Nazarenos pintados por Valdés Leal (1622-1690), pero con más dulzura y delicadeza.

Donado por nuestro hermano Juan de Villegas y Caro a la Hermandad del Santísimo Sacramento y Ánimas Benditas de San Bernardo, recibió culto en la anterior Capilla Sacramental, en el ático del altar de las Santas Justa y Rufina.

En el lienzo se desarrolla una iconografía donde se representa a Cristo al iniciar el camino del Calvario cuando, según la tradición, abrazó y besó la Cruz en la torre Antonia de Jerusalén donde residía Poncio Pilato, temática ampliamente cultivada en Sevilla, desde los albores del siglo XVI hasta bien entrado el seiscientos, tanto en escultura como en pintura.

Realizando un análisis morfológico y estilístico de la obra, cabe reseñar que la composición en diagonal, clásica barroca, por la Cruz tiene como eje central la representación de Jesús Nazareno abrazado a la Cruz. Porta el madero con la cruceta hacia atrás. Por tanto, el stipes cruza en diagonal ante la efigie y el patibulum carga sobre el hombro derecho.

El Nazareno, recio y varonil, mira su rostro con expresión de dolor más moral que física. La mirada del Señor de inefable dulzura capta la atención del espectador. Sobre su cabeza, rodeada por una corona de espinas, resplandece una luz sobrenatural que significa que la humanidad deshecha de Jesús está llena de plenitud, de gracia, de ciencia y de poder.

Los rasgos morfológicos de esta obra se evidencian en el atrevido contrapposto, en el violento escorzo, en la amplitud de la zancada, etc. El acertado color subraya, al unísono, las exquisiteces del modelado y el espíritu barroquista de la misma, en cuyo fondo aparece un paisaje. En definitiva, tan prodigiosa pintura consigue, gracias a su virtuosismo formal y unción sagrada, conmover al espectador. Toda la luz de la obra se centra sobre la imagen del nazareno y el color del lienzo presenta en general un gran vigor y tenebrismo.

Fue restaurado entre los años 2015-16 por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, quienes corroboraron la teoría de Virgilio Mattoni a principios del pasado siglo de la atribución de esta pintura a Juan Valdés Leal, por su cronología y similitudes con otras obras, ya que nos recuerda, especialmente, a un dibujo que se atribuye al pintor presentando la misma composición.

Mención especial merece el marco de la obra. Se trata de un marco fechado en el siglo XVII de los llamados de juguete y de indudable calidad, realizado en madera tallada y dorada. Tan importante fue el marco que, a fin de poder aprovecharlo dada su importancia, la obra original, de menor tamaño que el marco, sufrió un añadido para completar su perímetro. Estos añadidos fueron retirados en la restauración efectuada por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, completándose la extensión del cuadro con una madera en su contorno.